Yo
el viejo Job
I
Yo
el viejo Job,
reclamo
todo lo que un día fue mío,
mis
pájaros,
mis
arroyos limpios,
mis
flores,
mis
paseos bajo la luna,
mi
casa,
mi
mujer,
mis
hijos,
mis
amados libros,
mi
perro,
mi
gato.
II
Yo
el viejo Job,
Pregunto
y tú contéstame
¿donde
esta lo que tuve?,
¡donde
lo guardaste!
tapiaste mi alma,
pusiste
cerrojo en mi corazón,
cerraste
mis puños,
para
amenazar lo amado,
diste
a mis pies caminos falsos,
tendiste
trampa a mi mente
para
que yo dijera:
¡
váyanse a la mierda !
¡
chinguense !
¡
jodanse !
¡
púdranse solos!
¡
me voy a la chingada !.
III
Yo
el viejo Job
reclamo
con mi voz cascada
y
mis músculos flácidos;
te
apiades de mi ingenuidad
de
mi infinita ignorancia,
y
me devuelvas intactas,
cada
una de las cosas amadas
que
un día fueron mías:
Mi
plato de barro,
mi
taza de metal,
mi
cuchara de palo,
no
quiero seguir comiendo
en
platos de oro,
con
cucharas de plata,
ni
en vasos de cristal.
IV
Yo
el viejo Job
me
quitaste
como
a un niño una paleta
mis
veintitantas escaleras
para
subir a mi casa;
tiraste
al mar mis llaves para entrar,
de
un tirón, me quitaste el camino
que
me sabia como la palma de mi mano.
Me
paseaste en elevadores transparentes,
pusiste
en mi cama una mujer que yo no conocía,
me
diste una American Express
me
llevaste de shoping
para
consolarme en mi aflicción
y
decirme al oído seductoramente,
que
todo iba a pasar
en
un cerrar y un abrir de ojos.
V
Yo
el viejo Job,
te
reclamo la reparación del daño:
moral,
espiritual y económico
de
todo lo que un día fue mío,
porque
entraste a mi casa
sin
orden de cateo
destruyendo
todo
como
un judicial enloquecido,
rompiste
mi ropa con la manos de ella,
tiraste
mis poemas con las manos de ella,
pisoteaste
mis cuadros con los pies de ella,
regalaste
mis libros amados con las manos de ella,
con
las manos de ella, vaciaste mi casa de mis cosas,
las llevaste al camión de basura con las manos
de mis hijos,
pusiste
a mis hijos contra mí con los labios de ella,
sacaste
mis sombras, mis humores, mis huellas,
arrancaste
de tajo,
todo
rastro, de lo que un día fui;
no
quedo, un suspiro mío,
ni
un pelo, ni un pedazo de uña
solo
para ganar una estúpida apuesta.
VI
Yo
el viejo Job,
te
pido me devuelvas todo:
Mujer,
hijos, cosas.
las
mías, las que yo escogí con dudas,
las
que encontré a mi agrado,
y
reconozco entre miles
en
el sol y en la sombra
las
que hice con mis manos,
las
que mi mente me dicto,
las
que mi ser dio, vacío y forma,
las
que robe, las que no devolví,
quiero
todo lo que yo toque,
todo
lo que malogre,
¡absolutamente todo!
lo
quiero en la mesa para siempre.
VII
Yo
el viejo Job,
tengo
casi diez años
que
no me paro en la casa
que
un día fue mía,
diez
desde la última vez
que
le hice el amor a mi mujer
sobre
la mesa de centro de la sala,
diez,
que no les leo un cuento
o
un poema a mis hijos,
o
escucho un tango o una opera
mirando,
como no se movía
sin
mi voluntad el ala de una mosca;
diez,
que no maldigo con amor
a
la que fue mi mujer,
ni
les alzo la voz a mis hijos,
ni
doy portazos cuando entro o salgo
ni
reprocho nada ni los humillo
diez,
que no entro de puntitas en la noche,
ni
discuto al calor de una copas
por una mota de polvo o una mancha de grasa,
diez
años, que no veo los clavos de mis paredes,
diez
desde cuando a cada rato,
aun
sin venir al caso yo decía:
¡que
bueno es Dios carajo!
VIII
Yo
el viejo Job,
quiero
que me devuelvas
como
al gran Lázaro,
mi
misma vida,
mi
estúpida rutina,
mi
misma casa,
mi
imbécil trabajo,
los
mismos amigos
y
enemigos;
los
paseos aburridos,
los
malos pasos,
mis
torpes caricias,
mis
penas personales y ajenas que viví,
las
mismas ganas de llorar y de reír,
mi
inmensa soledad
mi
sed de mujeres solas y tristes,
mi
gusto por el vodka y el tequila,
mi
amor por el mar
y la música de Lucio Dalla.
IX
Yo
el viejo Job,
te
bendigo y te maldigo
porque
soy un poco como tú:
Necio,
Arbitrario,
Androgino,
Prepotente,
Misogino,
Vengativo,
Neurótico,
Paranoico,
Seductor,
Indulgente,
Negligente,
Homofobico,
Perverso,
Iracundo,
Beligerante,
Convenenciero,
Bueno
paras nada,
Cínico,
Xenofóbico,
Sicótico
Tirano
por
estas y otras miles razones, te entiendo
debes
ser Virgo ¿verdad?
Se
como te sientes
y
por qué, haces lo que haces,
al
contender conmigo
y jugar con mi alma
como
si fuera un dado,
por
tu maldita adicción a las apuestas.
X
Yo
el viejo Job,
¡te
pregunto, tu contéstame!
¡donde
estabas!
cuando yo te confíe mi vida,
donde,
cuando no sabia nada de ti,
cuando
yo no tenia nada que ofrecer
y lo ofrecía en tu nombre,
¡donde!
cuando te buscaba en el rocío,
cuando
quise ser sombra y solo di temor,
o
cuando la noche se ilumino
con mi primer deseo
o
cuando puse mi lengua en el lugar exacto
y
el universo se partió en dos
como el mar rojo
y
me expandí en mil,
donde
estabas,
cuando toque la puerta como tu dijiste
y
nadie salió a abrir y me morí de miedo.
XI
Yo
el viejo Job,
reclamo
la devolución integra
de
cada pájaro que vi,
de
todo árbol que toque,
de
cada sueño que no puedo recordar,
de
las palabras que dije y no recuerdo,
de
cada mosca que voló cuando estaba triste,
de
cada escupitajo que escupí con odio,
de
cada insomnio,
de
cada vuelta que di contra la pared,
cada
poema que se negó, lo quiero ahora,
cada
lagrima que se seco en un libro,
las
ideas que no se concretaron,
las
mujeres que no me dieron consuelo, solo asco;
cada
beso que fue un trago amargo
lo
quiero ahora
cada
caricia cargada de dolor
cada
gota de sudor de ellas sobre mi.
XII
Yo
el viejo Job,
no
tengo miedo
de
hacerme justicia por mi mano,
no
tengo miedo
de
llamar a las cosas por su nombre,
no
tengo miedo
de
que llagues mas mi cuerpo y mi alma,
no
tengo miedo
de
que me quites lo poco que no tengo
porque
nada deseo,
no
tengo miedo
que
me dejes ciego
porque
nada quiero ver sino lo mío,
no
tengo miedo
de
perder lo poco de bueno que hay en mi
si fue en vano,
no
tengo miedo de volverme
un
muerto de hambre o un paria
no
tengo miedo
de
que me pongas un dolor
que
yo no sea capaz de soportar,
no
tengo miedo,
de
que mañana no haya sol;
si
vivo entre lóbregas sombras,
y
la noche esta en mi.
No
tengo miedo,
de
no tener miedo,
como
no tengo miedo
De
llamarte:
El judas del Hombre.
XIII
Yo
el viejo Job,
apuesto
igual que tu,
que un día,
te
quedaras solo y triste
en
medio de todas tus constelaciones
sin
una mosca que te irrite,
sin
un piojo que te diga que estas vivo,
sin
nada de nada;
absolutamente
solo
sin
nadie a quien amar,
sin
nadie a quien joderle la vida,
y
te darás de topes con la nada,
me
recordaras como un inofensivo insecto
con
el cual contendiste a la par,
y
te querrás morir de vergüenza,
pero
volverás a las viejas andadas
de
ofrecer paraísos
y
patadas en el culo por no obedecer
por
no acatar tu forma de pensar,
y
empezaras de cero
la
jodida y triste historia
del poder celestial.
XIV
Yo
el viejo Job,
solo
estaré un poco aquí,
un
poco entre abrojos y flores;
viendo
la extinción de las aves
la
proliferación de nubes asesinas,
viendo
el trabajo vano de las hormigas,
la
manchas tristes en mi pared
viendo
como se van los árboles
para siempre jamas,
como
se encharcan los arroyos
de basura industrial,
como
suben los niveles del mar
para
limpiarse el petróleo,
viendo
como la soledad
acorrala
a los niños,
escuchando el gemir
de
los animales en los rastros,
viendo
como piden drogas
en lugar de pan
los
niños y los ancianos de la calle.
No
veo, que del cielo,
pueda
venir la salvación,
Creo,
que las cosas no andan nada bien
allá tampoco.
XV
Yo
el viejo Job,
me
pudriré en los tribunales divinos;
pero
luchare hasta el último respiro
por
la devolución intacta
de mis seres y cosas amadas;
haré
huelga de sueños
huelga
de tristeza,
huelga
de fe,
hasta
que cada pensamiento
y
cosa regrese a su lugar original
hasta
que cada hormiga
me
diga que todo esta bien,
hasta
que pueda dormir como un bendito,
hasta
que me digan:
"tenia
usted razón, Dios tambien se equivoca"
hasta
que me habrán de par en par
puertas
y ventanas de mi cielo
hasta
que pueda ver el otro lado de la luna.
XVI
Yo
el viejo Job,
no
quiero cosas nuevas,
ni
mejores,
ni
parecidas,
mucho
menos reconstruidas,
quiero
simplemente las mías,
las
de infancia, juventud y mi vejez
las
que puse en mis huesos en mi sangre,
solo
pido lo que es de mi corazón,
ni
una brizna más, ni una brizna menos:
Mi
mujer,
mis
dos hijos,
mi
casa de tres recamaras,
dos autos medianeros,
mi
mesa de fierro colado victoriana,
mi
cama de latón,
con
su colchón con manchas de orines
de
cuando mis hijos, eran pequeños,
mi
vajilla japonesa,
mis
palillos de bambú,
mi
sala de tres piezas color mamey,
mis
libros de Zen y los de Arte,
mis
cámaras antiguas de colección,
mis
postales amorosas y antiguas sobre la pared
mi
estufa de leña del rincón de la casa,
mi fagot que usaba de florero,
mis
marcos antiguos con sus fotografías,
mis
sillas austríacas, de la primera guerra,
mi
colección de pipas de espuma de mar,
mis
abanicos, mi colección de llaves,
mis
sifones de colores, piteados.
La
Royal Smith inmaculada,
Todo
lo quiero en su lugar,
sin
un solo rasguño
igual,
¡como yo los deje!.
XVII
Yo
el viejo Job,
ciño mi memoria a mi espaldar,
me revelo hasta en sueños
como
una bestia herida y hambrienta,
maldiciendo
a los cuatro vientos,
todo lo que no puedo entender,
y
lo que entiendo a medias.
Como
mariposa,
Me sé frágil al viento,
sé
que mis horas son contadas
ni
un segundo mas puedo agregar;
que
mis ojos, no han de ver dos veces
el mismo amanecer, ni el mismo río.
Que
lo que amé, estará para siempre en mi,
que
mi voz, por mas que sea llama, se apagará,
que
el sitio donde posee mi cabeza, desaparecerá,
todo
lo que tuve, se ira al mar y al polvo,
mi
dolor, será mío, mío nada más.
que
mi corazón, solo latió para mi pecho,
y
todo lo que pense,
fue
solo mi miope parecer.
XVIII
Yo
el viejo Job,
¿a
donde iré que no me encuentres?,
¿en
que lugar, mis sueños estarán seguros de ti?
¿donde,
no escudriñaras mis pensamientos?
¿donde
iré, sin que me sigas como sombra?
¿donde
mi pasión, no dejara rastros de ceniza?
¿donde
mi sudor, no será detestable a tu olfato?
¿donde,
el frío de mis besos no me delatará frente a ti?
donde,
donde, donde me esconderé de tu ira,
como
escapar de la braza de tu dedo acusador,
donde
me embrocaré,
para saciar la sed de justicia de mi corazón.
XIX
Yo
el viejo Job,
el
mismo que hizo lo que pudo,
cuando
pudo y con lo que pudo.
Tambien
planté un árbol
escribí
un malísimo libro de poesía
procree dos hermosos hijos,
(Mujer
y hombre, como mandan los cánones)
compré
una casa de oportunidad,
fumé,
como quien tiene una pena irreparable,
bebí y bebo, hasta perder la decencia
artificial,
fui
y soy, soñador profesional,
blasfemo
a la menor provocación,
avaro,
codicioso, envidioso,
neurótico,
calumniador soy,
hacedor
de ídolos de barro,
adultero,
traidor,
hombre
que se hizo hombre sobre hombres,
que
camino descalzo, sobre vidrios y espinas,
que
durmió en celdas frías llenas de piojos y de chinches,
que
convivió con los más grandes asesinos de su tiempo,
con los más pervertidos, hice hermosas
amistades,
con los mas torcidos, conocí lo recto.
XX
Yo
el viejo Job,
vago
como perro sarnoso
con
mi alma y con mis penas
de
un lugar a otro sin encontrar mi sitio,
sin
hallar un trozo de corazón que me ame,
sin
saber como darle sentido al sin sentido,
tampoco
tengo,
un
lugar para recargar mi espalda,
un
lugar,
para
enterrar mis sueños y mis huesos,
Estoy
harto, de ir de la sombra a la sombra,
no
quiero que lo que creo que soy,
se
vuelva solo humo,
no
quiero ver,
como
me voy haciendo polvo,
por
eso no quiero flores en mi hora final,
¡no quiero una sola!
quiero
ser luz a prueba de tinieblas,
luciérnaga
de sol, en medio de mis noches,
un
canto de grillo pidiendo por mi sed,
una
hoja de yerba como el viejo Whitman;
una
piedra, que no sirva para nada
ni
para fogón, ni para tranca,
quiero
ser cualquier cosa,
menos,
un buscador fanatizado
de
eso inexpugnable, que le dicen Dios.
XXI
Yo
el viejo Job,
estoy
cada día mas triste y mas solo,
cansado
y desolado en mi alma marchita,
sin
nadie que responda al llamado de mi sangre,
sin
perro que me ladre, ni gato que me lama,
sin
llave, sin candado propio,
sin
una idea original acerca de nada,
sin
religión que llene el hueco de mi alma,
ni
amante que meta sus manos a la lumbre
por
mi maldito nombre o mi reputación,
sin
amigos para compartir vicios y secretos,
sin
una buena mujer
de
entrada por salida en mi corazón,
sin
un lugar de mala muerte
para
beber hasta caer,
sin
una calle que me lleve a casa.
XXII
Yo
el viejo Job,
Sé,
que no han de venir tiempos peores,
ni
ángeles, ni arcángeles sodomitas,
tampoco
aparecerán mensajes
cifrados en los cielos,
ni
serán otros,
los que rompan tu corazón
sino los mismos de siempre,
los
que mas amas.
Sé,
que nunca mas lloverá mana
sobre
mis canas, solo lluvias ácidas,
que los mismos de siempre,
nunca dejaran,
que los mismos de siempre se puedan levantar.
todo
va a pasar,
todo
tiene su tiempo embargado y medido;
y
no habrá dioses ni hombres que lo puedan parar.
XXIII
Yo
el viejo Job,
he
visto todo lo que se puede ver en este mundo,
mucha
televisión,
mucho miedo,
mucho
dolor,
he
visto horrorizado,
como
hasta Dios se hace el muerto,
el
ciego, el disimulado, el simulador,
he
visto, como no mueve un dedo o un pestaña
cuando
el mundo ha estado acorralado,
a
punto casi de que se lo lleve la mierda.
He
visto como le da la espalda a los
que
dejan vencer su corazón,
como
desprecia y aborrece
a
los que no que no quieren ya sentir
porque
ya han sufrido demasiada traición,
veo
mucha negligencia de su parte,
cuando
sabe, que el mar se esta pudriendo,
que
el cielo apesta a caño,
que
los bosques arden de dolor literalmente,
que
las moscas están tristes
que
las palomas,
parecen niños de la calle de mugrosas
que
nadie encuentra un poco de paz,
un
poco al menos
en
sinagogas o catedrales repelladas de oro.
XXIV
Yo
el viejo Job,
veo
que este mundo va a acabar muy mal,
que
nada lo sostiene, nada lo llena,
que
lo que se dice amor,
solo
es una formula de consumo
que
la belleza, solo mercadotecnia barata
que
lo único rescatable de este mundo
es
lo light, lo cool, lo fast,
que
lo maravilloso
es
un saborizante de papel moneda
que
la paz espiritual
una
cuenta regordeta en dólares
que
la fama, perseguida hasta por Dios
solo dura, cinco miserables minutos,
que
el fracaso,
es
lo único santo creado por un innominado,
que
dios es un látigo color de rosa,
que
nadie, absolutamente nadie, ni EL,
se salvará del holocausto nuclear.
XXV
Yo
el viejo Job,
puedo
decir que solo existe un libro
al que se le puede llamar decentemente EL
LIBRO,
uno
lleno de mentiras y la verdad según se entienda,
libro que me enseño a mentir correctamente,
y
me abrió los ojos al deseo de la carne;
un
instructivo para destruir
y
hacer negocios en el nombre de Dios,
para
timar y jamás arrepentirse,
me
hizo saber que un río de sangre, solo es un río mas,
me
demostró, que no todo el mal esta hecho
que podemos hacer mas, mucho, mucho mas,
me
indico la formula por la cual cualquier granuja
puede entrar y salir por el ojo de una aguja,
me
enseño que es el mejor tratado de impunidad,
de hágalo usted mismo sin escrúpulos,
en
fin me enseño a desconfiar de dios y dioses,
me
enseño, que solo soy, un grano de sucia sal
que no devolverán al mar;
al que tampoco, le regresarán
lo
poco que un día fue suyo.
EFRAÍN
VILLEGAS